Deleuze, G., & Guattari, F. [1972]. El Anti–Edipo
Siempre teniendo que mostrar buen animo, actitud positiva ante la adversidad, callando ante un sufrimiento imposible de ocultar pero que es imposible ponerlo en palabras. Pensar casi obsesivamente, como si las palabras irrumpieran de forma violenta en mi cabeza arrancando todo rastro de esperanza, el dolor ya no me es extraño, esa manera tan desesperada que tiene de ir por cada parte de mi ser es enfadosa tanto como el silencio que este produce.
Mientras esto sucede escucho a personas interactuando entre ellos, platicando de sus terapias, antidepresivos, de su situación económica y amorosa, pero lo que yo veo es una fiebre individualista totalmente capitalizable, los limites de lo político y social han desaparecido para someterse a la crueldad que se presenta hoy; ya se nos ha arrebatado el pensamiento y el cuerpo pero creemos habernos librado del pasado. La hemorragia de pensamientos que todos quieren escuchar, el discurso al que todos quieren pertenecer, eso llamado libertad ya no es una opción.
Espero que piensen en mi como una cicatriz, una muy profunda que a veces duele, una que a veces irrita, pero también piensen que antes hubo una costra formada de sangre, fluidos corporales y pus que arrancaban compulsivamente ; todo lo que los jala hacia atrás o lo que los tira hacia adelante no es más que su escalofriante miedo al vacío y de pronto... El imprevisto, un acto, un exceso ridículo de alegría brota en el mundo que vives, algo te fuerza a levantarte y moverte y buscar a los tuyos, a encarnarte a otro ser que le da un aliento a tu realidad ficticia, apresurarse a coser, a suturar esos tejidos sociales parece generar un grito tan agudo como el de un dolor físico; te asfixia el detenerte y quedarte callado. Así es, tal vez nos hemos vuelto la proyección de una superficie bastante endeble.
He experimentado algo de regocijo cuando abro el refrigerador y lo veo vacío un vacío ocupando espacio; solo un poco de arroz, una barra de mantequilla sin sal y una jarra con agua. Pasa lo mismo con la laptop y el celular: siempre busco liberar espacio, gigas y gigas de espacio, depurando apps y fotos; pasa lo mismo con mi cuerpo, con mi estómago, con mi cabeza.
La felicidad siempre se ha manejado de una forma imperativa, va creciendo como un cáncer, invadiendo y conquistando nuevos territorios: cabeza, corazón, hígado, piel, nada se salva y así se vive en constante parálisis de sueños y de optimismo; solo discursos, solo palabras, solo libertad, solo conceptos vagos de vida, todo fabricado sobre un mundo parasitario; sumergidos entre la multitud, entre bacterias de pensamientos, buscando ser más naturales, más espirituales, se van clonando, destruyendo poco a poco.
Somos encubridores, somos copias de copias mal hechas repudiando todo el pasado, pensando que prendiendo una vela o incienso nos revelamos contra el mundo; el viagra y lo new age nunca habían tenido tanto en común como ahora. El moralismo ya es el non plus ultra del especialista en todo: hazte más artificial siendo más natural, húndete en tu fantasía neo-católica en un pueblo mágico, despréndete de tu “consciencia capitalista” inhalando plantas en una selva, tu cuerpo y tu “espíritu” ya está colonizado, ya eres controlable.
En el transcurso del día puedo oler o escuchar el hedor de algunos pensamientos en mi cabeza; acto seguido, comienzo a tocarme la nariz, después me pica, comienzo a rascarme y sonarme la nariz queriendo expulsar algo y al final me desespero y quiero arrancarme la nariz mientras tanto un aro de vinipiel humedece mi oreja.
Tus hemorragias religiosas y elucubraciones científicas ya son una prótesis que te han asignado y que tú ingenuamente has creído que la has elegido concientemente; tu energía avasalladora y felicidad rampante no es tuya, ya ha sido domesticada para que tu la puedas vivir; máquina subyacente en un cuerpo clonado, pedazo de corazón, de cartílago, de piel, de ojos, de boca organizados para formar un solo cuerpo y después multiplicarlo.
No esperar más.
No mantener ninguna esperanza.
No dejarse ya distraer, confundir. Irrumpir.
Mandar la mentira contra las cuerdas.
Creer en lo que sentimos. Actuar en consecuencia.
Forzar la puerta del presente.
Probar. Fracasar. Probar de nuevo. Fracasar mejor.
Obstinarse. Atacar. Construir. Tal vez vencer.
En cualquier caso, sobreponerse.
Seguir nuestro camino.
Vivir, pues,
Ahora.

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