DAHMER

LA MIRADA ASESINA 


… ¡Qué cosas hay que ver, cuando todos los ojos están cerrados!
                                Restif de la Bretonne


Muy pronto Jeffrey Dahmer se da cuenta que hay un peligro, peligro que desconoce pero, que sabe, está ahí. En su infancia hay un espacio que va más allá de su limitado entendimiento. Descubre que la palabra puede ser útil para crear fantasías pero también que hay una dimensión fuera de la palabra, un sentido incomprensible del cual ha quedado excluido sin lograr saber el porqué. Su madre yace moribunda en la cama y su padre, repudiando la situación.

Los años pasan y la separación de sus padres solo ayuda a reforzar más su soledad teniendo al alcoholismo y la oscuridad como único huésped, ya sea en casa de su abuela, de sus padres o su apartamento, buscará alejarse de la luz, de la mirada de la gente. No hay rumbo, no sabe hacia dónde se dirije, pero, ¿acaso nosotros sabemos hacia dónde vamos?

Las paredes, la luz, la mesa, en compañía o en solitario, el estado de ánimo, todo influye a la hora de comer, una palabra, una frase, un pensamiento es suficiente para comer desesperadamente o perder el apetito. El exceso por privarse de comer o atragantarse a más no poder resuena en la mente y el cuerpo y nos deja claro que más allá de comer por necesidad, se come por placer. Comer es olvidarse de todo, hasta de uno mismo.

Los alimentos siempre jugaron un papel importante dentro de lo social, ya sea por religión, por socializar o por economía; del otro lado está el gusto que comienza por la boca, por las palabras, el sabor y el saber respectivamente. Los alimentos están compuestos de ingredientes pero también por historias, anécdotas y cultura y eso lo sabe muy bien Dahmer. La comida está presente desde el nacimiento, el vínculo hacia la madre es por medio de la comida.      

             

... El plato es siempre el último refugio contra la angustia de la soledad y el sentimiento de pérdida de uno mismo: es la superficie en donde, una y otra vez, se busca la sustancia vital que debería tapar la grieta que se produce en el cuerpo.

                                Giselle Harrus Ravidi




El besar, acariciar, morder, lamer el cuerpo del otro es como querer degustarlo, hacerse de una parte del cuerpo del otro, poseer mediante la boca otro cuerpo, no tiene un significado hasta que choca en lo sexual que hace estallar su deseo y lo vuelca hacia partes que se pueden besar o succionar. El amor, la obsesión o el rechazo están profundamente relacionadas con los sentidos y el saber. Y llegamos al deseo que, en este como en otros casos, suele proyectarse en una persona u objeto y este a su vez desembocará en una cadena de significantes, la comida y la violencia reinarán esta etapa, un deseo disfrazado de persona y luego, la comida y la culpa haciéndose presente ante la ausencia de la persona y por lo tanto del deseo. Caemos en una suerte de "sublimación" por parte de Dahmer.



El comer mientras se ve la televisión, las salidas a comer con amigos o familiares es comerse no sólo la comida; más bien es comerse las palabras, los afectos no se pueden tocar, se pueden imaginar, oler y degustar y a partir de ahí se hacen presentes sintiéndolos por medio de la comida. Por ejemplo, se puede acceder al amor maternal cuando se prueba una comida que preparaba tu mamá, los sentimientos se pueden saborear y traer gratos o desgarradores recuerdos.



"El castigo está presente en la mente desde que se anuncia el deseo" 
                           Giselle Harrus Ravidi


Lo que se observa, siempre es por deseo, clavar la mirada en algo siempre tiene relación con lo que se desea; grabarse una escena, una imagen, atrapar la imagen y conservarla en papel, buscar ese deseo con la vista se convierte en una automutilación. Así cuando busca relacionarse con alguien más coloca a ese alguien en el lugar que él desea ocupar. Dahmer navega en esa oscuridad simbólica, donde las sombras que toca son esas heridas del ser que se niega a confrontar. 


Descubrirse impotente, darse cuenta que la ferocidad del deseo sostiene su existencia y que es imposible de acceder, desemboca en el odio porque el otro se muestra inaccesible, la relación sexual solo es un resquicio de la falta y no es posible obtener más de ese cuerpo o, más bien, es casi imposible acceder a él pero cuando el frenesí irrumpe se buscará despojar al cuerpo de su ser, de acorralarlo, de convertirlo en algo y no en alguien. Se trata de arrancar de tajo toda investidura simbólica e imaginaria para reducirlo a un cadáver o trozo de carne, solo por uno momento ese deseo se calma para después volver con más fuerza.

Ese asco, esa repulsión, ese rechazo hacia tales actos atroces que se resaltan en la serie revelan quizá una parte de nosotros. Acaso cierta criminalidad habita en nuestros pensamientos más profundos.

Comentarios

  1. Todo bien hasta q' llega la ultima parte donde ponen la estupidez que repudiar un acto significa que en uno habita esa maldad y x eso rechazamos, payasos estos

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