"Llenarse el vientre y las entrañas con la palabra divina acababa por ser la única defensa posible contra la herejía"
Gisèlle Harrus-Révidi
The wonder es una película que si bien está basada en una novela de Emma Donoghue, a su vez, la autora se inspiró en varios casos reales de niñas/adolescentes ayunadoras que salieron a la luz durante la época victoriana. Es importante mencionarlo ya que arroja algunos pantallazos para entender ciertos trastornos alimenticios.
La aspiración a una dosis de santidad siempre parece ser algo muy deseado. Aún en la actualidad se busca que la sabiduría surja del alma libre de toda conciencia. Anna, la protagonista, es una niña que ha sobrevivido a un largo periodo sin comer ya que el maná del cielo la mantiene con vida; prolongar su sufrimiento revitaliza su fé, la única manera de obtener la salvación es infligiéndose castigos y gozar con sus sufrimientos.
En un pueblo olvidado por la sociedad solo Dios es el pan de cada día; estos aires de misticismo eran la prueba de que no eran un pueblo olvidado: eran especiales. Anna tenía comunicación con Dios y lo hacía mediante su cuerpo. Esto es curioso puesto que todas las santas (o la mayoría) son recordadas por sus sufrimientos, sometidas a las más crueles abyecciones, dispuestas a convertir su cuerpo en inmundicia, privarse de alimento, soportar enfermedades que dislocan sus cuerpos; degradar el cuerpo de una mujer es aspirar a convertirla en una santa.
Anna se entrega a la culpa, la cual se sirve todos los días en los alimentos que prepara su madre. Un cuerpo solo se puede transformar por el alimento o por ausencia de éste.
Lib Wright es la enfermera contratada para vigilarla. Su objetivo es verificar los hechos que han rodeado a la familia. Los discursos que Lib mantiene con los religiosos del pueblo, con la familia y con Anna siempre terminan en confusiones y con ciertos incordios en los que la enfermera no sale del todo bien.
Y así como hay ciertos alimentos prohibidos también hay ciertas palabras prohibidas, palabras cargadas de culpa que arañan el cuerpo y que lo enferman; ya sea por la presencia o por su ausencia, la palabra siempre se hace presente en la nada. No comer nada es también no decir nada.
Adentro-afuera guarda una relación intrínseca religiosa con placer y culpa, estamos hechos de historias, consumimos y consumamos mitos.
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