Ante la mirada del otro todos ocupan un lugar de amo desde el momento que habla, en como se identifica por lo que es o lo que piensa que no es, y bueno, la realidad es que el sujeto es hablado por el lenguaje; aquí la piel opera como un símbolo, como un significante, hay gente que solo ve la piel y no el individuo.
Pieles aborda varias historias de personas que por una u otra razón son excluidas de la sociedad tocando temas que van desde la prostitución hasta la obesidad; los hilos que mueven las historias parecen ir de la comedia al drama, haciendo alusión a esa delación social que existe en la actualidad.
Tenemos el caso de Samantha que tiene un ano por boca y que ha pasado la mayor parte de su vida en el anonimato; Laura, que carece de ojos y se dedica a prostituirse; Christian, un joven que se concibe como sirena o Ana, una mujer con un rostro deforme; cada uno a su manera mostrará sus cuerpos ante una sociedad consumista e hiper normativizada.
Aquí la piel está tratada como un objeto, como si fuera la puerta de entrada al deseo y al tiempo que también hace la función de una envoltura para apreciar el ser, aquello con lo que el sujeto se permite gozar momentáneamente.
La mirada revela lo que se es para el otro, el cuerpo siempre cae, se desprende como un resto, una automutilación como un efecto del lenguaje: el cuerpo sigue siendo a medias, en parte por la imaginación y en parte por lo Real. Se existe como cuerpo mediante el lenguaje y es lo que le sostiene una identidad. El cuerpo suele ser una representación del lenguaje que influye para ser mirado por un Otro.
Cuando se mira al espejo, Christian, (la sirena) no ve su imagen en él, su reflejo está oculto debajo de un objeto, de un deseo ajeno a su ser corpóreo, a su piel, cuando se ve al espejo espera ver la plenitud del Otro; sin embargo, solo ve fragmentos de un yo superficial y si la Falta llega a faltar es posible que el sujeto ya no se conciba como nada.
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