NYMPHOMANIAC O ¿PEGAN A UNA NIÑA?

              Nymphomaniac, (2013).


La imaginación es el aguijón de los placeres; en este orden de cosas, lo preside todo, es el móvil de todo; pues, ¿no es por ella que gozamos? ¿No provienen de ella las voluptuosidades más punzantes?
                    
Dolmancé, La Filosofía en el Tocador


EL PESCADOR COMPLETO

La sexualidad como significante es sin duda alguna aquello que siempre está alojado en el inconsciente y está para suplir algo que carece de sentido; es donde el ser hablante no puede acceder del todo, un lugar ahogado en fantasías donde el sujeto no es dueño de ellas.

En Nymphomaniac de Lars von Trier se nos presenta a Joe como una mujer atada al "goce" de su propio cuerpo, vemos a la protagonista en situaciones donde el cuerpo es concebido como en una escena imaginaria, escenas que van de lo erótico hasta lo criminal y dominadas hasta cierto grado por la razón; escenas imaginadas ya sea por recuerdos o fantasías que bordean con la realidad y al mismo tiempo van levantando muros infranqueables construidos a partir de una falta. ¿Cuántos no sueñan con dar rienda suelta a lo que imaginan que viene de sus deseos más profundos? El deseo nos manifiesta aquello que tememos ver que se haga realidad ya sea por asombro, miedo o placer.

Ceder al deseo es prácticamente borrar el logos en el sujeto e implica experimentar una refundación originada solamente por la pasión que se aleja violentamente de la razón y que, en algunos casos, somete y aprisiona al sujeto dejando solo estragos de él. Es aquí donde se le da cuerpo al pensamiento, como dice Sade.

LA SEÑORA H

En Joe la moral actúa como un veneno para el pensamiento, va aniquilando formas de amar, de sufrir, de vivir y de placer. Hay cosas que ninguna expresión o palabra puede transmitir porque la Verdad es algo que no se pude tocar, el sujeto entonces se constituye como un cuerpo mutilado simbólicamente. 

El deseo surge a partir de la vista y el oído y es mediante estos sentidos que se despiertan la pasión o el placer. Todo ser humano en algún momento le atrae aquello que se le prohíbe: admirar un cuerpo que no pertenece al del ser amado pone en jaque los preceptos que se ha impuesto el propio individuo. Pero estas leyes, estos preceptos se gestaron desde saberes que van desde la medicina hasta la literatura y que en  un momento determinado sirvieron para establecer cierta normalidad entre lo que debe ser y lo que no.

                 Nymphomaniac, (2013).

Mi imaginación en esto siempre ha estado más allá de mis medios; siempre he concebido mil veces más de lo que he hecho y siempre me he quejado de la naturaleza que, dándome el deseo de ultrajarla, me priva de los medios para hacerlo. 

Durcet, Las Ciento Veinte Jornadas de Sodoma

DELIRIO 

El goce proviene del significante; de esas dolorosas, a veces incómodas, y enervantes palabras o frases que hacen que Joe no tenga más opción que seguir buscando una experiencia cada vez más fuerte y peligrosa para convertir su sufrimiento en algo sublime. Ella misma se mantiene en un deseo de renuncia y dolor duradero.

Comenzar con un orgasmo en close up para después presentarnos esa miseria sexual que la ha llevado a sus peores desgracias nos habré un camino al deseo que viene acompañado del dolor y qué decir del placer que actúa como una especie de anestesia para el deseo que hace una separación momentánea, aunque el orgasmo nunca alcanzará a colmar el  deseo.

JÉRÔME

Gozar de un cuerpo implica gozar a través del significante que al otro lo simboliza, es en sí un cuerpo que se materializa mediante el significante por lo tanto tenemos que en Joe es el Otro quien goza. No es Joe quien goza del cuerpo, hay algo que goza del cuerpo de ella ¿el significante tal vez?, El cuerpo no goza en sí mismo sino que algo goza de él, el significante es posiblemente la causa del goce y por último llegamos a las ideas y pensamientos que surgen por medio del significante, sabiendo que el pensamiento es una sustancia inmaterial y que el deseo nunca muere. 


            Nymphomaniac, (2013).

Es verdad, Juliette, no sé si la realidad equivale a las quimeras y los goces de lo que no tenemos no valen cien veces más que aquellos que poseemos: aquí están tus nalgas, Juliette, ante mis ojos, las veo hermosas, pero mi imaginación siempre más brillante que la naturaleza, y me atrevo a decir que más diestra, crea otras mucho más hermosas. ¿Y no es preferible el placer que me brinda esa ilusión al que me hará disfrutar la verdad? Lo que me ofreces tan sólo es hermoso, lo que yo invento es sublime; sólo voy a hacer contigo lo que todo el mundo puede hacer, y me parece que con el culo que es obra de mi imaginación haría cosas que los Dioses mismos no inventaron.                

 Belmor, Juliette o Las Prosperidades del Vicio. 

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