No crean que en esa identidad fonemática, des noms du pére, <<nombres del padre>>, y des non-dupes errent, <<los no-incautos yerran>>, no haya enigma para mi mismo: y justamente se trata de eso.
Jacques Lacan, Les non-dupes errent [13 de noviembre de 1973]
Desde el momento en que se nombra algo en lo que se refiere a la disputa del género lo importante es lo que se diga; que se nombre que ese algo es o no es, que ese significado tenga un valor para el otro, de eso se trata sostener un discurso, ya sea feminista, queer, vegano, etcétera.
Un discurso es hablar con un propósito para que de lo que se hable signifique algo, un significado quiere decir una y muchas cosas al mismo tiempo pero cuando se provee de cierta entonación o gesticulaciones puede cambiar la forma en la que el receptor lo tome. Usar "todes" y sus variaciones tiene que ver más con la sustancia de la palabra "todo", ya que la palabra tiene un amplio sentido si así se le quiere ver, excluye a unos y nombra a otros, es contradictoria, pero ya que el mundo está estructurado como un lenguaje, la palabra todo o toda tiene simultáneamente varios sentidos, y es ahí dónde el sentido va más allá de la contradicción.
La homofonía en la voz humana resulta crucial para adentrarse en los vericuetos del lenguaje, la letra, el significado y el sentido van de la mano en el momento del habla y de pronunciar un discurso que puede ser único con el que todos se puedan identificar o, por el contrario, que cada quien asuma un significado diferente de lo que se ha escuchado, algo que puede tomarse para moldear y estructurar el sentido de las palabras, no a su conveniencia sino a una imposición de la que el sujeto ni siquiera se ha dado cuenta.
También es verdad que hay un cierto vicio del lenguaje y aquí podría entrar la anfibología, la homofonía, la sintaxis, la estructura y por supuesto la interpretación, no es lo mismo hablar que escribir: "se abrirán todas las salas del cine". Caer en ambigüedades, tal vez, de una palabra se hacen dos, tres o más variaciones que al final dejan huella que surgieron de una lengua a la que es imposible acceder del todo.
Somo "hablaseres" falasser ya que el Ser es propio del lenguaje y este a su vez está lleno de nada, suple una carencia con un agujero y a veces con muchas contradicciones, una falta no complementa otra falta, son distantes pero mantienen una relación fracturada.
Las palabras y las cosas siempre están en constante evolución producto del ser humano que a su vez él mismo se va modificando para seguir siendo un ser que lo diferencia de lo que los otros no son, se conjuga el sentido/verdad, por lo tanto, de que lo que está creado el ser no es más que del Logos.
La palabra es la oralidad suprema, de ahí que el deseo se plasme en lo escrito, desde un poema hasta un discurso revolucionario o una carta de amor, se trata de transmitir de uno al otro y cuando fallan las palabras se recurre al beso, a palpar con los labios aquello que esta despejado de la investidura simbólica. Por eso hablar y escribir nunca han sido lo mismo, escribir es un acto de renuncia, hablar es enunciar una verdad a medias. La voz es sinónimo de libertad, libre de ser cualquier interpretación. Es aquí donde el Logos interviene para atribuirle a las palabras el orden necesario, para que las palabras por sí solas produzcan un significado, un ruido dentro del discurso para construir una realidad. Dejando al ser como un efecto del discurso mismo.
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