Alartiago, Biopsia inmortal : Visión molecular de una lagrima de sangre de la Virgen María al pie de la cruz, Santiago Alarcon.Una imagen falta en el alma. Dependemos de una postura que tuvo lugar necesariamente, pero que nunca se revelará a nuestros ojos. A esta imagen que falta la llamamos <<el origen >>. La buscamos detrás de todo lo que vemos. Y a esta falta que arrastran los días la llamamos <<el destino>>. La buscamos detrás de todo lo que vivimos. Es allí donde acaban perdiéndose los gestos que repetimos sin darnos cuenta, las mismas palabras que fallan.
La noche sexual, Pascal Quignard, 2014.
La humillación, la derrota, los asesinatos es como se concibe el relato teórico de la religión, una mezcla de nuestros placeres más intensos y el fracaso por poder dominarlos, la evasividad es la columna vertebral de toda religión y aquello que fundó la civilización a partir de la renuncia de esos placeres que causaban el oprobio más espeluznante.
La conciencia moral es lo que en la actualidad reina sobre el ser pensante, ejerciendo un papel de verdugo interno, severo e intolerante que da cuenta que de lo que se trata es del estrago de las pasiones con las que vive cada uno. No se puede más que formular hipótesis sobre los rasgos de la expresión cultural de cada lugar que hacen que se sometan a Dios, un ser omnipresente, originado tal vez, por un exceso de pensamiento.
Nos centramos en la estratagema del cristianismo, el dolor duradero como base para la fe y el papel de los cristianos para evadir la insurrección que se genera entre ellos mismos. Centrándose en germinar en cada creyente un pensamiento ilusorio que carece de sentido crítico ante todo razonamiento que venga del exterior. Ya no hay lugar para la duda o la incredulidad cuando ya se ha perdido ese juicio crítico que se ha sustituido por sospechas y ataques si una opinión viene del exterior. Así funciona una ideología que cubre mediante una especie de escamotage la verdadera intención no del Dios del que tanto hablan sino de una transformación puramente humana capaz de privar de la libertad a quien sea, incluso ajeno a la religión.
De ahí que haya una realidad que está fuera de toda religión, que con ayuda de los sentidos tiene el poder de hacer gozar del cuerpo. La ilusión puede llegar a brindar un placer sublime, obra de la imaginación, allende de todo lo que se fantasea e imagina, de lo que se reprime y que al mismo tiempo limita al sujeto y lo atrapa.
Evidentemente no hay nada nuevo en esta “imaginación” que explico, siempre ha estado ahí, un poco a la sombra, casi oculta, una imaginación que elucida las cosas a partir de algo y otra que se empeña en ocultar o destruir todo lo que amenaza con emerger, una imaginación carente de pensamiento que se alimenta de lo externo y otra que fabrica pensamientos y que se representan y fluyen en el cuerpo.
Gente civilizada, sí, pero no muy razonable. La ignorancia y el miedo persuaden hasta al que se considera más culto y refinado. Son a veces la base para la incertidumbre en el pensamiento de creer en Dios o no creer pero estar atado a su ideología. El miedo se vuelve algo común y necesario para sostener una fe o un ateísmo.
Sí, siempre se imagina más de lo que se puede hacer y es ese punto en el que se cuela la religión, en el fracaso, en la derrota, en ese vacío que causa un dolor que es imposible representarlo mediante el lenguaje y que a final de cuentas termina anidado como un deseo insatisfecho/incompleto. Y el deseo se vuelca hacia la nada que carece de límites más que de la conciencia.
Por lo anterior parece que Dios es una proyección de la esencia humana, el atribuirle pensamiento a algo divino le hace tener una cualidad muy humana, existe en la mente como idea, como una palabra. Y qué decir de los valores morales objetivos que, aunque se desprenden de la existencia de Dios, no significa que ante la ausencia de este, dejen de existir; sólo que en este caso se cree en él para lograr una salvación. Así tenemos que el religioso hace alabanzas, oraciones que lo conducen a llevar una vida de adoración hacia un ser divino, con el único fin de obtener un beneficio no tanto en lo terrenal si no en una tierra prometida (la vida eterna después de la muerte) todas estas acciones no son más que para acceder al reino de Dios, para estar más cerca de esa armonía prometida. Y por otro lado si hubiera ausencia de Dios, la humanidad se regiría por una especie de ascetismo con ejercicios espirituales (mentales) pero no para gozar de una vida en el más allá sino para tener una vida mejor en lo terrenal y es ahí, mediante esos ejercicios mentales, como nos podemos liberar de esa conciencia autoritaria, analizando para no adelantarse a tener siempre certezas, juicios o admiración y reconocimiento de autoridad.
“Dice usted que mi manera de pensar no puede ser aprobada. ¿Y qué me importa? ¡Insensato aquel que adopta una manera de pensar para los demás! Mi manera de pensar es el fruto de mis reflexiones; obedece a mi existencia, a mi organización […] No es mi manera de pensar lo que causó mi desgracia, sino la de los demás[…] Por lo tanto, si como dice usted se le pone a mi libertad el precio del sacrificio de mis principios y de mis gustos, podemos entonces decirnos un eterno adiós, pues antes que eso sacrificaría mil vidas y mil libertades y el cadalso estar ahí que yo no renunciaría a ellas. Y declaro abiertamente que no es necesario hablarme más de libertad si esta sólo se me ofrece a costa de su destrucción… “
Marqués de Sade, carta a Mme. de Sade (Vincennes, noviembre de 1783)
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