ROMPIENDO LAS OLAS O LOS INFORTUNIOS DE LA VIRTUD


Breaking the Waves

Nec spe nec metu. 
Isabella d'Este

Análisis de Rompiendo las Olas de Lars Von Trier con Justine y los Infortunios de la Virtud (1781) del Marqués de Sade. 

Rompiendo las Olas es una película del año 1996 que transcurre en una comunidad calvinista a orillas del mar en Escocia, con un ambiente moralista en donde las mujeres no pueden hablar en la iglesia y su voz sólo se limita dentro del hogar. La trama empieza cuando el consejo de la iglesia se reúne para discutir sobre la boda de Bess y de un marinero foráneo que trabaja en una plataforma petrolera. El día de la boda Jan, su futuro esposo, llega tarde. Bess tiene una fuerte crisis al pensar que Jan no vendrá pero, aunque tarde, llega y la boda avanza llena de alegría. Los días pasan y Jan debe de volver a la plataforma, Bess experimenta por primera vez la partida de Jan y no quiere que se vaya, llora, se opone a dejarlo ir.

Más tarde vemos, que Bess tiene conversaciones con Dios, uno muy patriarcal, severo; al parecer ella hace la voz de Dios, autoritaria y rígida, que contrasta con su voz, temblorosa e insegura. Bess ya no soporta la ausencia de Jan y en un arrebato le pide a Dios que lo traiga de vuelta, que el lugar de Jan es con ella. Dios le responde, le pregunta que si está segura que Jan vuelva inmediatamente a lo que ella responde que si, sin dudarlo. 

Jan sufre un accidente que lo deja cuadripléjico, ahora está con Bess y ella debe hacerse cargo, su amor se pondrá a prueba cuando Jan le pida que tenga sexo con otros hombres, a lo que se rehúsa en un principio. Él la convence de que el amor entre ellos prevalecerá si ella hace todo lo que Jan le pide,su vínculo se hará más fuerte y Jan se recuperará. 

Jan comienza a mejorar de salud en el momento de que Bess le va contando sus experiencias sexuales con desconocidos. Como cada vez va mostrando mejoría, Bess opta por prostituirse en el puerto, pero escapa cuando unos marineros intentan sodomizarla. Se entera que Jan ha recaído por lo que decide regresar al puerto y tener sexo con los marineros que quisieron abusar de ella, ahora es consciente que cada vez debe hacer un sacrificio más grande si quiere que Jan se recupere. 

Así se nos presenta la historia de amor de una joven, los estragos del amor por los que tiene que pasar y también explorar los caminos de la virtud, aquello que puede ocasionar el obrar con "el bien" para el otro. El confundir la fe con el fanatismo, que también se puede confundir con esquizofrenia no hay duda, pero en Bess y Justine (personaje de Sade) su comportamiento no gira hacia ese camino, ambas están decididamente dispuestas a llevar una vida marcada para hacer el bien, mantener una fortaleza y templanza ante situaciones degradantes que llegan a poner en peligro su propia vida, todo con el fin de llevar una vida virtuosa, justa.

En la novela de Sade, Justine es una adolescente que está en una búsqueda constante de la virtud y en cambio siempre es incitada al vicio, a veces obligada y con una inocencia que se llega a confundir con la estupidez, cayendo presa de toda vejación, humillaciones siempre más graves que las anteriores, dando cuenta que la sociedad que la rodea conspira contra ella, haciéndola pasar por los peores infortunios. Así Sade da testimonio que de lo que se trata es de una sociedad corrompida por el estado y la religión. 

La sociedad de la que están rodeadas las dos se ufanan de buenas costumbres y de una moralidad ejemplar; en el caso de Bess la gente que la rodea constituye al igual que en Justine dos lados de la sociedad: los que se consideran civilizados, que han dominado sus pasiones y que han encontrado en la religión un método para desarrollarse como una sociedad y por otro lado, la irreligión, los pecadores, lo abyecto de la sociedad. Bess vive en una comunidad calvinista rodeada de pescadores y va luchando contra el machismo que viene de parte de ellos y los religiosos, reflejo de una sociedad civilizada pero al mismo tiempo envilecida. 

Justine o los Infortunios de la Virtud. 

Bess al igual que Justine va contra todo, cuando cree haber superado un obstáculo aparece otro que pone a prueba su fe y cada vez que supera uno, los obstáculos se vuelven más dolorosos, más degradantes. En la película lo masculino está representado por la religión, por el mar y lo femenino está representado por Bess, a ella solo le acompaña su fe que es la que le da valor, la que la mantiene en pie al tiempo que la lleva al sufrimiento, a convertirse en mártir, dispuesta a sacrificarse por amor, amor a su fe.

La forma de conducirse de Bess hace que todos la vean y traten como una retrasada mental y abusen de ella, sufriendo de constantes humillaciones. En los religiosos predomina la rectitud moral hacia Bess y en los pescadores, el poder y el sometimiento. En las dos formas prevalece el poder como medio para ejercer una violencia sexual, en que ella solo es tratada como objeto, mera mercancía. 

Todas las desgracias van por Bess y por Justine: violencia sexual, prostitución y todo tipo de sufrimientos corporales que tienen como objetivo desplazarse a una gratificación sexual, pero que tanto Bess como Justine lo conciben como un éxtasis que da prueba que todo lo que hacen es por su fe. Ambas están  en un círculo vicioso que va de la sexualidad y los diferentes tipos de violencia asociada a ella hasta las formas predominantes de poder, teniendo como un agente importante la norma que regula los sistemas dominantes. 

Tanto en Justine como en Rompiendo las Olas no hay alguien que sea malo por voluntad propia, en realidad no hay como tal una maldad en el pueblo, todos obran según su buen corazón les dicta, ya sea por voluntad de Dios o por la ley, todo lo que hacen, incluso las ignominias carecen de una maldad como tal . Hay un núcleo perverso en la sociedad, hacer el mal es en sí gozar en el placer porque es lo que da más gusto: ver sufrir al otro cuando lo sometemos a lo peor. El bien a costa de lo que sea siempre terminará en un regocijo para el que lo predica. 

El placer y la muerte dominan la vida de Bess y de Justine, y estos componentes o terminan en un amor desmedido o en una agresión donde la sexualidad, la violencia y el poder están tocados íntimamente por la divinidad; de hecho el poder resulta ser una variante de la divinidad. Tanto en Rompiendo las Olas como en Justine, Dios juega el papel de sargento represor de la sexualidad, que mientras unos le muestran su adoración absoluta otros se revelan contra él. Sufren con sus designios hasta estallar y volverse sus propias víctimas, hacerse un chivo expiatorio de ellos mismos. 

Sí, a veces los malvados están disfrazados (sin que ellos lo sepan) de la gente más buena, justificándose con la moral social o con la religión y los que no profesan la religión caen en lo mismo que los religiosos, se vuelven unos sádicos moralistas para cometer los actos más atroces. 

En Bess como Justine su final es alentador, "ni esperanza ni miedo" es la frase que tenía grabada Caravaggio sobre su espada y que muchos años atrás también era el lema de Isabella d'Este que a su vez había retomado de Cicerón. La frase es contundente y aplicable tanto a Bess como a Justine ya que nunca las detuvo el miedo, su convicción era más fuerte que su voluntad misma. Afrontaban a la vida no por una ambición personal sino por un amor, eran mujeres determinadas, marcadas por la pasión antes que la codicia, no adoptaron un optimismo ni mucho menos un trágico pesimismo, sino que hasta sus últimos días mantienen una suerte de ataraxia, una ausencia de inquietud, una plenitud en su fe encaminada hacia la eternidad, una calma. La serenidad que puede prevalecer ante situaciones límite algo que surge para hacernos caer . Sí, el mundo es un lugar miserable pero ante todas las vicisitudes no podemos abandonarnos a nosotros mismos; somos el mundo pero también tenemos la voluntad para romper las olas o hacer frente a los infortunios de la virtud. 

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