ANOTACIONES SOBRE EL SEXO Y LA EUTANASIA DE LA RAZÓN DE JOAN COPJEC


      L'Enchanteresse, Heinrich Lossow, 1868


Sabemos que la diferencia sexual está inscrita desde lo anatómico hasta el cromosoma aunque esto no determina en sí como debe ser el sujeto; no lo determina del todo porque el ser humano está habitado por el lenguaje, luego entonces por un discurso. 

Aquí se podría alegar que tanto el sexo como el género es producto de las prácticas discursivas dominantes de cada época. Aún con eso no se somete a discernir lo que es el sexo; no es reductible ni a lo natural porque en los animales ni siquiera existe el pudor y tampoco es discursivo porque el propio discurso ya genera otro significante, esto nos llevaría a un camino donde entran los sentidos y que lleva al comportamiento humano a moldearse a su entorno; es decir, se genera un significado a partir de lo sexual, pero eso no indica que de lo que se trata sea del sexo, sino que el sexo sería algo que lo compensa, es donde el lenguaje cae y desfallece por tratar de ponerle un significado a algo que no se conoce, una entidad profunda y donde lo único que queda es elucubrar qué es lo que sucede en esa profundidad. 

De esta manera sólo se dota de significantes a partir de una regla del lenguaje para llenarlo de un valor y así generar un nuevo discurso pero eso nos lleva a un camino sin salida ya que, ubicándonos al mismo nivel del lenguaje, la razón que es operada por el lenguaje nos impone una nueva serie de significados (palabras) para darles sentido a partir de un cuerpo, un cuerpo gobernado por el lenguaje y luego por un discurso ya sea social o político que determinará a partir de nuevos criterios cómo deber de ser la totalidad de un grupo o campo semántico. 

El lenguaje vuelve imposible la totalidad de significantes universales mediante un código o clave única. Así se estaría imponiendo desde una realidad puramente subjetiva unas categorías (en este caso de sexo y género) atribuible sólo a ideas que funcionan como regla y que generalizan y atrapan al ser hablante. 

En el ser humano el sexo no es algo natural ya que estamos dominados por la razón y reducirlo a una construcción discursiva tampoco brinda una solución. El sexo adquiere un significado a partir del discurso y no es que el significado lo explique todo sino que da una pista de lo que se trata. Así el sexo se produce a partir de un límite interno, de una falta en el lenguaje. Cae en un vacío, donde todo discurso tropieza pero donde logra producir un significado y viene a compensar lo que el lenguaje no puede habitar. 

La identidad sexual está atravesada por el lenguaje y en este se incluyen todas las categorías posibles desde la identidad racial hasta la clase social, así que es imposible unificar un todo en un significante.

Nos manejamos entonces a partir de las relaciones con los significantes; es decir, siempre tiene que haber un significante que anteceda a otro significante para que la razón pueda operar. De este modo la realidad es subjetiva cuando imponemos una idea de cómo algo debe aplicarse a todos, siendo una manera de estar imponiendo la propia subjetividad, que se gesta en el  lenguaje y que se toma como regla, con un significado de la palabra en sí; en este caso, el sexo. 

Lo que se pretende en la actualidad es deshacer el género, el sexo binario, porque a lo que conduce es a imponer una heterosexualidad normativa. El vericueto con el sexo siempre se asume como un conjunto de prácticas discursivas que desembocan en el cuerpo. Por lo tanto, se dice que  lo masculino y lo femenino están enlazados inevitablemente a partir de sus diferencias. 

Joan Copjec afirma que este razonamiento viene de considerar los términos binarios, masculinidad y feminidad, como complementarios; es decir, que afirmar que los dos términos están vinculados de manera complementaria para que el significado de uno dependa del otro, inevitablemente conduce a forzar una unión, a caer en una violencia. El poner en entre dicho las definiciones de lo binario no deshace el género como sostiene Judith Butler ya que toda categoría existente aplicada al género, ya sea masculino o femenino, no unifica nada ni a todas las mujeres del mundo ni a todos los hombres del mundo, por eso el feminismo tiene sus propias detractoras y en los hombres ni siquiera hay una unión, es imposible incluir a todos los hombres o a todas las mujeres. 

Es así que el sexo es una imposibilidad de completud o complemento, el sexo sería por lo tanto lo que le falta al lenguaje, una estructura incompleta. Por eso hay un eterno conflicto con la razón a la hora de abordar el tema del sexo/género, no es que el sexo sea un lugar donde se carece a causa del lenguaje sino que se ubica en un vacío al que no puede acceder el lenguaje. Afirmar así que se puede deshacer el género es afirmar que ya se ha encontrado la falla en el sujeto sexuado.

El sexo es entonces una imposibilidad en el lenguaje, algo que escapa a él, es un vacío y ese vacío es algo que falta por eso es imposible acceder a una respuesta concreta cuando se "habla" o quiere definírsele, estaría al mismo nivel que el lenguaje pero no dentro de él: una estructura carente de lenguaje pero que adquiere un significado cuando se le quiere amoldar al mismo. El lenguaje sería lo simbólico y el sexo, lo real. 

Todo aquel que asume una "nueva" identidad sexual estará atravesado por el lenguaje y este a su vez intrínsecamente vinculado al sexo, Nunca se puede articular en palabras lo que es el sexo por eso caemos en la repetición, como decía Freud, porque es en la repetición y en el sexo donde se produce un significado que puede dar razón al sujeto.



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